martes, 25 de mayo de 2010

De un mijeño amigo de Mijas




Estimados amigos:

Una imagen que no contemplaba sino me equivoco desde el año 1999, justo hace once años cuando también las lluvias nos acompañaron durante largos ratos haciendo que la Sierra cargase sus acuíferos e hiciese reverdecer la flora, rejuveneciendo su fauna y trayendo optimismo para todos, una inyección vital que hizo poder aguantar la sequía que siguió después hasta el 2010 en que nos encontramos.

Llegué a botar mi piragüa en el improvisado lago en un intento de perpetuar ese estado que a todos nos maravilló durante un poco de tiempo, al ser visitada como un extraordinario espacio. Una oportunidad que no quise dejar escapar temiendo que las circunstancias no volviesen a brindarse con tal generosidad. Afortunadamente me he equivocado.

Un lugar a todas luces esquilmado y al que aún no se le ha devuelto su dignidad, tan siquiera hemos tapado sus vergüenzas de la vista de quienes visitamos el lugar. Una cantera abandonada que muestra sus cicatrices, vetas de piedra caliza blanca a veces, roja como la sangre según la ilumine el sol. Un claro ejemplo de la codicia humana que cuando se ha aprovechado cuanto ha podido, deja en abandono un espacio tan natural, por el que seguramente otros con mayor sensibilidad habrían recreado un espacio digno de visitar, para pasear, meditar… No está tan lejos de Mijas pueblo, si nos quisiéramos más habríamos hecho un pequeño santuario del lugar, un escenario de reflexión a la vorágine del ladrillo que nos ha acompañado durante décadas; total, para alicatar media Costa del Sol y hacernos inviable el suelo a nosotros mismos por la fuerte especulación del capital de quienes no nacieron en este lugar.

No os dejéis impresionar por la foto, el sitio es bello, pero no he querido sonsacar su lado más miserable, el que los humanos le impusimos al abandonarlo. Restos de vertidos polulan por su suelo, montañas de áridos que aún restan por trasladar, edificios en ruina que ya nunca más funcionarán como Cantera. Piedras apiladas anárquicamente, como células para ser transplantadas que jamás regresarán.

Y a todo esto, aún queda un hilo de torrente que se empeña en llenar de vida el coqueto lago, un pequeño chorro de agua que posiblemente no tardará en secar. Entretanto los gusarapos se empeñan en convertirse en ranas, tantas como las que pronto croarán en un cacofónico concierto de protesta, digo yo que contra quienes han dejado así de abandonada en el tiempo tan bella cápsula de naturaleza. Son las cosas que ocurren aquí en nuestra bella y maltratada Mijas. ¡Qué pena me da!

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