Efectivamente, que no duerma nadie. Lo primero es lo primero, debieron pensar sus padres, que le quisieron tanto que desearon que nunca le faltara el alimento; así, se hizo panadero, y de aquella época le viene su amor por el buen comer. Pero como no solo de pan vive el hombre, decidió alimentar su mente y la de los que le rodeaban, y se dedicó durante 12 años a ser maestro. Qué mayor satisfacción que la de transmitir conocimiento, educar en una palabra. Pero todavía le faltaba algo, tenía que llenar su alma. Y lo hizo. Y llenó la de todos nosotros. Y gracias a aquellos genios que le precedieron y consiguieron congelar el sonido, su voz durará siempre.
All’alba vincerò!
jueves, 13 de septiembre de 2007
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